Lacrima Christi es la película de mayor duración de los más de 150 filmes que realizó el cineasta mexicano residente en París Teo Hernández. Tercera parte de una tetralogía dedicada a la Pasión de Cristo, Lacrima Christi es una exploración de la transferencia entre deseo y mito que toma como punto de partida una serie de objetos encontrados en un mercadillo en Belleville.

«Haciendo Lacrima Christi me he dado cuenta que llevo en las venas dos líneas de sangre opuestas». En lugar de personajes, reconocemos en Lacrima Christi las formas de la acción, la fijación, la disolución, la multiplicación y la proyección de la alquimia; en vez del Santo Grial, Teo Hernández evoca el cosmos mediante unas perlas, unas copas, unas flores, unas velas, unas lupas o una bola de cristal. Aquí, todo movimiento es el resultado de una embriaguez. Cuando la película se revela como una membrana entre el cuerpo y los sueños, el cine deviene en pantalla translúcida. El montaje acaricia o devora. La imagen ha atravesado el espejo.

Teo Hernández afirmaba que Cristo fue la última divinidad del mundo antiguo y la primera del moderno. Tomando la cámara como su segundo ojo, filmaba con los dientes apretados y los músculos contraidos, apoyándose en un solo pie. Tal estado de tensión se asemeja a los impulsos nerviosos. El ritmo de su cine solar es el de la sangre que corría por su cuerpo. Si cada corte es un espejo, si la pantalla es el lugar en el que se graban los gestos, entonces, de la anamorfosis a la anamnesis, ¿por qué ese último reducto de una historia debería ser algo más que una pequeña molécula de polvo?

Programa:- Lacrima Christi, Teo Hernández, 1978-1979, 127 min. Proyección en 16 mm.