Sesión monográfica dedicada al cineasta francés Jean-Michel Bouhours, autor de películas de animación llenas de movimiento y color, centrada en sus trabajos más ligados a la pintura. Seguirá a la proyección una conversación entre el cineasta y la animadora y programadora Elena Duque.
¿Es acaso la animación la depuración máxima de las potencias del cine? Si hablamos del trabajo de Jean-Michel Bouhours, la respuesta es SÍ. Sus películas son un auténtico sortilegio, pues gracias a la combinatoria de sus fotogramas, filmados uno a uno, consiguen multiplicar las posibilidades de la imagen en movimiento como si fueran panes y peces. Sus películas son acontecimientos cinéticos que desde la orilla del mar o una esquina cualquiera llevan a nuestros ojos a correr inimaginables aventuras perceptuales.
Jean-Michel Bouhours (quien además de cineasta es comisario, historiador del arte y escritor) empezó a mediados de los años 70 a construir películas hechas fotograma a fotograma. Un método de trabajo al que llegó persiguiendo la correspondencia visual de los modos compositivos de músicos de vanguardia como Steve Reich, Philip Glass, Terry Riley y La Monte Young, y en el que los fotogramas, en sus propias palabras, funcionan como notas musicales. Usando así repeticiones y progresiones, elabora películas con una intrincada estructura en la que cada combinación de fotogramas da de sí una imagen en movimiento cambiante. Cine post-estructural, que intenta ir un paso más allá de lo que empezaron Kubelka, Kren y Sharits.
Empezamos con dos películas inspiradas en los modelos compositivos “repetitivos” de Steve Reich: Rythmes 76 (título en homenaje al Rhythmus 21 de Hans Richter), hecha a partir de una fotografía fija de las vistas desde su ventana, y Je ne le répéterai pas, una reelaboración de la secuencia principal de su parpadeante película de 1976 Chronoma, elaborada con fotografías de una cámara motorizada de una torre eléctrica de alto voltaje. Chantilly*, hecha junto a Patrick Delabre, multiplica las variables de la combinatoria gracias a una pantalla dividida primero en nueve, y luego en 16, en un guiño a la historia de la abstracción: “Vassili Kandinsky, Paul Klee o Augusto Giacometti parecen haber sido convocados dentro de una grilla mondrianesca” (Bouhours dixit).
La increíble Chronographies utiliza una serie de fotografías de un paisaje nevado y de una esquina callejera, para crear una película en la que parece que nos deslizamos a toda velocidad por una pendiente alpina. Intercalando las mismas fotografías, sus versiones coloreadas, y pinturas con variaciones cromáticas de cada cuadro, este movimiento infinito cobra vida. Tanto Vagues a Collioure como L’Air presentan secuencias de acción real, luego “cortadas” con pintura. En el caso de la primera, entran en juego fotogramas detenidos, dibujos, pinturas y collages, en una película que se baña a la orilla del mar haciendo alusión a los cubistas y a Matisse. En L’Air, unos juncos movidos por la brisa se alternan con rápidas secuencias de pinturas de vivos colores y motivos abstractos, creando insólitos efectos visuales.
Rythmes 76, 1976, súper 8 a 16 mm, sin sonido, 18’; Je ne le répéterai pas - Chronoma version courte, 1996, 16 mm, 10’; Chantilly, Jean-Michel Bouhours y Patrick Delabre, 1976, 16 mm, sin sonido, 13’; Chronographies, 1982, 16 mm, sin sonido, 17’; Vagues à Collioure, 1991, 16 mm, 6’; L'Air, 2019-2020, digital, VOSC, 3’
Proyección en 16 mm y digital. Copias procedentes de Light Cone.
*Una nueva versión digital de esta película se proyectará en loop del jueves 20 al domingo 23 en el Archivo Xcèntric: Chantilly revisited, 2020, digital, composición vocal de Gustavo Giménez
